miércoles, 25 de abril de 2012

¿Qué tal si deliramos por un ratito?

Las palabras mágicas de... Eduardo Galeano y su derecho al delirio.



Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos que sea. Naciones Unidas ha proclamado extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar. 

¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos por un ratito? Al fin del milenio vamos a clavar los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible:

El aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones.

La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor.

El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, la gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar.

Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir no más, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega.

En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo.

Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.

Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas.

Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos.

El mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra.

La comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos.

Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión.

Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle.

Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos.

La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla, y la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla.

La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda.

En Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.

La perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero.

lunes, 23 de abril de 2012

¿Qué es consumir de forma responsable?

Consumir de forma responsable se erige como una de las herramientas más importantes para el cambio social. La gran parte de la acomodada sociedad en la que vivimos y en la que me incluyo compra en grandes almacenes donde todo está al alcance de la mano. Sin embargo, la mayoría de los productos comercializados en estos monstruosos supermercados no son producidos bajo criterios de sostenibilidad y responsabilidad. Además, en estos establecimientos tipo Mercadona muchos de los productos no cuentan con la suficiente información social y ambiental, por lo que, frecuentemente, compramos sin saber qué estamos comprando.



El consumo responsable implica consumir productos cuya realización no dañen el medio ambiente y respeten los derechos de los trabajadores. Todo un reto para las grandes multinacionacionales en las que compramos nuestra comida cada día o a las que acudimos con demasiada frecuencia para comprar ropa nueva, muebles o cosméticos, entre otros múltiples accesorios cuya necesidad es discutible.

El consumo responsable va unido a un consumo saludable. Por ejemplo, siempre será más recomendable adquirir productos libres de transgénicos que productos modificados genéticamente. Para ello, es muy recomendable la agricultura ecológica, la ganadería ecológica o el consumo de productos procedentes de comercio justo o solidario.

Por definición, las grandes empresas suelen obviar todo esto, por lo que debemos acudir a pequeñas empresas locales donde el número de intermediarios es menor. De esta forma, los más beneficiados serán el consumidor y el productor. 

Eso sí, debemos estar dispuestos a pagar un poco más de lo que estamos acostumbrados, teniendo en cuenta que en múltiples ocasiones lo que compramos tiene un precio más reducido porque ha sido fabricado bajo explotación laboral. Este es el caso, por ejemplo, de la ropa que comercializan el grupo Inditex, El Corte Inglés o Cortefiel, empresas acusadas de explotación infantil. En el caso de la ropa, también es recomendable comprarla a trabajadores artesanos, en tiendas de comercio justo o en tiendas de segunda mano.

Puede que al principio sea un poco complicado llevar a cabo prácticas como esta para consumir de forma responsable debido a que este tipo de productos son menos accesibles, pero cada vez hay más iniciativas que lo promueven. Todos podemos contribuir al cambio social variando nuestros hábitos de consumo. Estos hábitos también contemplan el ahorro energético contra el despilfarro de recursos. Profundizaremos en estos temas más adelante. 

viernes, 20 de abril de 2012

¿Dónde están los límites de la moralidad, de los principios?

En este sistema capitalista, donde todo tiene un precio, el dinero convertido en Dios impone su dictadura a través del trabajo y del miedo, del terror del que lo tiene ante la posibilidad de perderlo y del terror del que lo anhela. Todo trabajo, como parte de un engrasado engranaje, contribuye a que la máquina económica – totalmente carente de escrúpulos – vaya a toda vela, pero solo unos poquitos manejan el timón.

Todos engrasamos el salvaje sistema con lo que llamamos bienestar. Algo que algunos, sumidos bajo la red de la ignorancia extrema, se atreven a llamar libertad.

Y luego llega el círculo vicioso del consumo, del consumismo, parafraseando al gran José Luis Sampedro con lo que supone el maldito sufijo. Y es que el depredador sistema se alimenta de un pez grande que no deja de morder al pequeño: la producción y su alter-ego, el consumo, uno no es sin el otro en este mundo capitalista en el que todo tiene un precio, incluso la dignidad. 

El problema llega cuando los límites de la moralidad y de los principios se antojan lejanos y el trabajo entra en conflicto con los derechos humanos. Los negocios más fructíferos para sus mandatarios parecen ser incompatibles con el respeto a los derechos humanos en el sistema capitalista. Resulta cuanto menos indignante que las empresas de mayor éxito económico y con mejor volumen de negocio sean entidades multinacionales que rozan – algunas levemente, otras de lleno – la ilegalidad en cuanto a explotación laboral, contaminación o evasión de impuestos se refiere, entre otras tantas cualidades de los particulares amos del mundo.

Aprovechándose de la globalización y el neoliberalismo salvaje, para las grandes corporaciones el fin justifica los medios y, si el fin es ganar dinero, los medios quedan invisibilizados y asumidos bajo una moral totalmente carente de principios.

Los medios que las grandes corporaciones utilizan en esta carrera del capitalismo pasan por la explotación de los trabajadores produciendo sus productos en países neo-colonizados bajo la lógica imperialista de la economía de mercado. 

jueves, 19 de abril de 2012

Bienvenidos a Consumo Utópico


Este blog nace a raíz del curso Comunicación y Diseño Social EN+ y se erige como un proyecto de cambio social, un pequeño rincón desde donde mirar el mundo y vivir en él huyendo del consumismo y del despilfarro tejido con dinero y con mentiras.

Todos podemos contribuir a un mundo mejor, por muy utópico que suene. Alimentar este deseo es la finalidad del blog Consumo Utópico. Como decía el gran Eduardo Galeano, mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo.

En Consumo Utópico encontraréis información y reflexiones relativas a economía alternativa, consumo responsable, comercio justo, ecología, sostenibilidad, reciclaje, ahorro energético, comunicación, cooperación para el desarrollo, solidaridad, cultura, derechos humanos, etc.

Tras presentar el blog, me presento yo. Soy Isabel Barragán, periodista. Terminé mis estudios en la Universidad de Sevilla en octubre de 2011. Creo en un periodismo social, cercano y solidario que, lejos de alimentar prejuicios y estereotipos, huya de informaciones sesgadas que responden a intereses económicos, principalmente, y políticos. Idealista y optimista, confío en que otro tipo de periodismo es posible, un periodismo humano y real, alejado del sensacionalismo, la propaganda y la manipulación vigente en los medios de comunicación convencionales.