martes, 11 de septiembre de 2012

Este año la vuelta al cole será más cara que nunca

Corren malos tiempos, todos lo sabemos, y ahora llega la cuesta de septiembre que, este año, será más empinada porque suben los precios. El 1 de septiembre entró en vigor la subida del IVA que el Gobierno de Mariano Rajoy anunció el pasado 11 de julio. La medida supone la subida del tipo general del 18 al 21% y del reducido del 8 al 10%. El tipo superreducido se queda en el 4%. El problema es que hay productos que pasan del 4 al 21%.

Uno de los ámbitos en los que más notarán las familias la subida del impuesto es en los materiales que los niños y niñas en edad escolar necesitan para ir al colegio, en los que el impuesto sube un 17% en algunos artículos y un 3% en otros. Concretamente, el precio de materiales como mochilas, cuadernos de espiral, agendas, plastilina, lápices de cera o cartulinas se incrementa un 17%. Por suerte, el precio de los libros de texto, que ya de por sí es elevado, no se verá incrementado.

Por si la subida de precios no fuera suficiente, la mayor parte de las comunidades autónomas han suprimido becas para comedor y libros de texto como medida de ahorro. Ahorro, ¿para quién? Para las familias que más lo necesitan desde luego que no, pues muchas tendrán dificultades para hacer frente a los gastos que la vuelta al cole de este año requiere. En este sentido, la Confederación de Padres de Alumnos (CEAPA) ha alertado de que uno de cada tres niños no podrá comprar el material escolar. Se trata de un recorte encubierto a la educación, como si ya no se la hubiera castigado suficiente con las reformas aprobadas hasta el momento en este ámbito.

Para evitar el gasto excesivo que desde el 1 de septiembre está suponiendo la subida del IVA, la compra de material escolar ha aumentado a finales del mes de agosto. ¿Hay más alternativas? Pues las hay, por ejemplo la reutilización de los libros – que será posible si las editoriales y los libros de texto no cambian continuamente – o la selección de libros por concurso entre editoriales para aunar la mejor calidad y precio.

La educación es la base de una sociedad y no es razonable que los libros de texto y el material escolar tengan precios tan desorbitados. Si es más caro acceder a la educación y a la cultura, ¿quedarán restringidas nuestras libertades? Ante tal posibilidad, sería conveniente transmitir a los niños y niñas una idea de solidaridad. Como algunos niños no podrán contar con todos los materiales necesarios es importante fomentar la idea de compartir para que no se produzca ningún tipo de discriminación entre los que pueden acceder a los materiales y los que no. Tenemos que ayudarnos mutuamente para hacer frente a los problemas y, lo que es más importante, transmitir esa idea a las nuevas generaciones porque en ellas está el futuro y la esperanza de una situación mejor. 

sábado, 18 de agosto de 2012

“Nuestros criterios de compra de productos ecológicos frescos son muy claros: primero local, segundo andaluz y, por último, estatal”

Aunque el consumo de productos ecológicos es minoritario, cada vez más personas consumen este tipo de alimentos, para cuya producción no se ha empleado ningún producto químico, por sus beneficios y por la justicia de un comercio que beneficia por igual a consumidores y productores.


Producción ecológica, agricultura familiar, campesina y local, basados en una relación de comercio justo, consumo responsable y respeto mutuo. Son las características de la cooperativa sevillana La Ortiga, que aúna a productores y consumidores para los que la calidad de los alimentos que ingerimos es lo más importante. Hemos hablado algunos de sus miembros.


¿Cómo surgió el colectivo La Ortiga y con qué fines?


La iniciativa partió de un grupo de productores ecológicos de Sevilla y alrededores que decidieron favorecer el comercio de alimentos ecológicos en su zona cercana. Coincidió la coyuntura con uno de los mayores fraudes que se ha dado en el sector ecológico andaluz: en la televisión alemana se denunció a la empresa de la presidenta de la autoridad de control de la producción ecológica andaluza por fraudulenta, es decir, por vender productos convencionales como ecológicos. Esa denuncia hundió al incipiente sector ecológico andaluz porque le dejó sin su principal vía de comercialización: la exportación. Simultáneamente a esa situación a nivel de la producción, había consumidores que buscaban abastecerse de estos alimentos y no había tiendas donde comprarlos. Se unieron dos colectivos que necesitaban encontrarse: productores ecológicos sin salida comercial y consumidores ecológicos sin lugares donde abastecerse. Era fácil ponerse de acuerdo e iniciar una experiencia de comercialización. Además, en ambos colectivos había mucha conciencia de la necesidad de promover la agricultura ecológica a escala local. Las primeras reuniones en Sevilla ocurrieron en otoño de 1992. El primer intercambio de mercancía ocurrió el 19 de enero de 1993. La demanda fue creciendo y en el verano de 1993 nos constituimos como asociación de productores y consumidores sin ánimo de lucro.


En el año 2001, el crecimiento de la asociación provocó el replanteamiento de algunas cosas, entre ellas, establecerse como cooperativa de consumidores (no existe legalmente en España la figura de cooperativa de productores y consumidores y hubo que elegir) en el local que hoy es nuestra sede del centro. La necesidad de dar el salto a cooperativa lo marcó el hecho de que el volumen de mercancía y dinero que se movía nos situaba en una situación delicada en temas legales. Veíamos como los colectivos más fuertes de nuestro entorno iban convirtiéndose en cooperativas de consumidores porque era la fórmula legal que mejor facilitaba el modelo de crecimiento. No fue una decisión fácil porque algunas personas socias consideraban que la cooperativa nos haría perder nuestro espíritu asociativo y no poca gente abandonó el proyecto. Sin embargo, las personas que decidieron tirar del carro fue gente muy comprometida.

En el año 2008, en un intento de hacer la cooperativa más accesible desde fuera del centro, se monta una segunda tienda en Sevilla Este.

Los fines originales estaban enfocados sobre la producción ecológica, la agricultura familiar, campesina y local, basados en una relación de comercio justo, en resumen lo que normalmente se entiende como soberanía alimentaria. Por otro lado, a nivel del consumidor inculcando ideas de consumo responsable, junto con el consumo saludable de productos ecológicos y las ideas de respeto al productor con el comercio justo.

Cuando se formalizó la cooperativa, se amplió y abrazó los fines originales con las ideas de economía altermundista, más integrador, enredándose en muchas otras iniciativas de carácter similar y apoyándolas.


¿De cuántas personas se compone la cooperativa?


Somos aproximadamente unos 350 socios activos.


¿Cuál es su funcionamiento y qué hay que hacer para formar parte de ella?


La cooperativa es asamblearia, es decir, todos los socios nos reunimos mínimo dos veces al año para ver la evolución de la misma y votar las directrices que se van a seguir hasta la siguiente asamblea. Estas directrices son llevadas a cabo con el Consejo Rector que es votado en asamblea y que se encargará del día a día de la cooperativa.

Para formar parte de la cooperativa, se suelen seguir unos pasos: el primero es asistir a una reunión de bienvenida donde te explican cómo surge la cooperativa y porqué, cuáles son sus fines, cómo se abastece de productos, quiénes forman parte de ella… Los colaboradores que se encargan de la reunión de bienvenida te citarán junto a varias personas y, si la explicación te satisface y quieres ser socio, el colaborador te dará el formulario de alta en la cooperativa, y pasas a ser socio provisional (pudiendo comprar con tarifa de socio) hasta que el Consejo Rector en una de sus reuniones aprueba el alta. En ese momento se hace la aportación al capital social (algo obligatorio en todas las cooperativas) que está alrededor de los 70 euros y que se recupera en el momento que te das de baja de la cooperativa.

¿De dónde provienen los productos que vendéis desde las tiendas con las que cuenta la cooperativa?

Una parte importante (entre el 60 y el 80% dependiendo de la época del año) de los productos frescos viene de los socios productores, es decir, agricultores ecológicos que son socios de la cooperativa y traen sus cultivos a la misma para su venta, siguiendo una de las directivas más importantes de la cooperativa, apremiar las ventas de productos locales y familiares.

Otra parte viene de productores que no son socios y por último de distribuidores reconocidos de productos ecológicos, que se extienden tanto a nivel nacional como internacional con la idea de cubrir la mayor gama posible de productos.

Nuestros criterios de compra de productos ecológicos frescos son muy claros: primero local, segundo andaluz y, por último, estatal. Ninguno de nuestros productos frescos procede de fuera de la península ibérica. No queremos vender manzanas ecológicas chilenas por muy ecológicas que sean y por muy amigos que seamos de los chilenos. El fomento de las economías locales, de las producciones campesinas y profesionalizadas es parte de nuestra razón de ser.

Los productos ecológicos tienen un precio más alto y en la situación económica en la que nos encontramos puede que muchas personas no puedan permitirse consumirlos. Por ello, ¿cómo está afectando la crisis a la producción y a la venta de productos ecológicos?


Efectivamente, la crisis también afecta a la cooperativa a nivel de ventas, lo que se traduce en pedidos más pequeños, que afecta a los productores. Precisamente a principios de verano se ha realizado una reunión con los socios productores para poder actualizar el listado de precios y que no perjudiquen ni a los socios productores ni a los socios compradores, consiguiendo reducir algunos precios (otros han subido) para adaptarnos a la crisis y conseguir que los socios de menor renta puedan mantener sus compras.

Nuestros precios pretenden ser justos para el consumidor, pero también para el productor, ya que si queremos una economía social para nuestra cooperativa, es de coherencia que los productores reciban un beneficio por su trabajo que les permita vivir dignamente y no explotados como los que se dedican a la agricultura convencional. Asimismo, la persona que elije como opción comprar productos ecológicos, está fomentando una economía sostenible, amén de respetar el medio ambiente y su propia salud. Tras esto, ¿realmente se puede afirmar que los productos ecológicos son caros?

Merece la pena destacar que, en contra de lo que suele pensarse, algunos productos ecológicos son más baratos que el convencional de otros establecimientos y que merece la pena que el comprador venga a comprobarlo con sus propios ojos.

Y queremos destacar que, a pesar de la crisis, hay gente que aumenta su concienciación sobre la importancia de apoyar colectivos como La Ortiga por diversas razones: por motivos de salud, por mayor conciencia medioambiental y por dejar su dinero en manos de productores y cadenas de comercialización que responden a criterios sociales que una parte creciente de la población quiere apoyar. Perdemos socios por un lado y los ganamos por otro. Nuestra cooperativa es un colectivo dinámico.

¿Comercializáis todo tipo de alimentos?


Sí, aunque existen algunas salvedades, una de ellas es respecto a productos del mar, la cooperativa no tiene pescadería, no disponemos de pescado fresco y lo único que se vende es en conserva. Esto es debido en parte a la trazabilidad del pescado, es decir, es complejo conocer el origen del pescado y su método de pesca, sobre todo en estos momentos que está pasando el mar, la sobreexplotación de caladeros y los métodos de pesca irresponsables están produciendo un agotamiento tan serio de estos productos que nuestros hijos solo los conocerán a través de los documentales o formarán parte de un vago recuerdo. Las otras salvedades están relacionadas con productos con los que no hemos encontrado aun productor ecológico, como sucede con la piña, pero siendo este un producto tropical y viviendo nosotros en una región de clima mediterráneo, con la variedad de frutas que aquí existen, ¿realmente una fruta de clima tropical puede aportarnos algo nuevo que no lo hagan las frutas locales?

Pero no solo ponemos a la venta productos alimenticios, puesto que podrás encontrar artículos de limpieza, cosmética natural, y aseo personal, un esfuerzo que se hace para ofrecer una variedad de artículos y alimentos que cubran las necesidades de cualquier familia.

En La ortiga no se compra cualquier producto porque sea ecológico. Lo que se ofrece en nuestra cooperativa ha pasado por el visto bueno de nuestra Vocalía de Control de calidad que sigue los criterios de los que nos hemos dotado a lo largo de los años que llevamos funcionando. Algunos de estos criterios ya han sido mencionados: proximidad, producción local, socios de la cooperativa, economía social, relaciones justas en la cadena de comercialización,… Y eso nos permite seleccionar, dentro de la oferta ecológica que hay en el mercado habitual, la que mejor se adapta a lo que la gente de La ortiga demanda.


¿Qué opináis de los alimentos modificados genéticamente?


La cooperativa pertenece a la PALT, la Plataforma Andaluza Libre de Transgénicos, cuyo título se explica por sí solo. Pero por desarrollar un poco la respuesta, los OMG (Organismo Modificado Genéticamente) no están exentos de riesgos para la salud, ningún científico puede probar que lo estén. El hacer los OMG resistentes a productos químicos solo implica más contaminación medioambiental, más químicos para el cuerpo del consumidor, y la privatización de las semillas, lo que condena al productor a comprar productos químicos y semillas a grandes industrias haciéndolos esclavos de las mismas.


Es más, la cooperativa pone en contacto a productores a través de la Red de Semillas para impulsar la biodiversidad, y la preservación de las variedades locales, completamente en contra de las políticas de las grandes industrias que buscan la explotación a través de monocultivos que no hacen más que empobrecer las zonas donde se cultivan.

Los transgénicos son una herramienta que trabaja para desarrollar un sistema agroalimentario absolutamente alejado del sistema que se quiere promover desde nuestra cooperativa. Los transgénicos no trabajan para alcanzar la soberanía alimentaria y este principio para La ortiga es un principio base en nuestras actuaciones. Una cooperativa como la nuestra nunca podría participar en la comercialización de este tipo de alimentos.

¿De qué forma contribuye La Ortiga al impulso de la economía local?


En parte ya se ha respondido a esta pregunta, puesto que ya mencionamos que una de las directivas de La Ortiga es precisamente la apuesta por la producción familiar y local. De esto se encarga la vocalía de compras, ventas y control de calidad, que prioriza la producción de ese tipo.


Puesto que no se dispone de todos los productos necesarios a nivel local, se va abriendo el área de compra de los productos. Solamente se adquieren alimentos procedentes de fuera de nuestras fronteras para alimentos transformados y siempre que no los encontremos de producción local.


¿Y al comercio justo?


La contribución al comercio justo es total, no se entiende la cooperativa sin este criterio, y es una de las directivas de la misma. Se empieza como se ha indicado anteriormente, con establecer los precios en acuerdo con los socios productores en reuniones. Fuera de estos productos solo se admiten productos de comercio justo, y es fácil de reconocer cuando muchas etiquetas tienen el sello Fair trade.


En La Ortiga nos preocupan las condiciones laborales de las personas que producen lo que consumimos, no solo porque vivan en otros países menos desarrollados tienen peores condiciones, aquí también ocurre, y es también uno de los criterios para decidir qué productor nos suministran.


¿Qué relación existe entre productores y consumidores de productos ecológicos?


Es una relación directa, es decir, las tiendas de la cooperativa venden los productos que los mismos productores traen o mandan a través de transportistas. Los márgenes de ganancia de la cooperativa se establecen solo para el mantenimiento de los gastos de la cooperativa, y aquí me  gustaría recalcar que la cooperativa es una asociación sin ánimo de lucro donde los dueños somos todos los socios, y no existe reparto de beneficios.


¿Qué tipo de actividades de sensibilización lleváis a cabo desde La Ortiga para concienciar sobre las ventajas del consumo de productos ecológicos?


Las cuatro vocalías realizan actividades en ese sentido, cada una enfocada hacia un tipo de actividades. La vocalía de Compras, Ventas y Control de Calidad está organizando visitas a huertos y degustaciones, la Vocalía de Actividades y Formación Cultural se está centrando en charlas, la Vocalía de Iniciativas y Proyectos está gestionando la participación en ferias como la  Feria de Ecológica de Productores Locales de COAG, y la Vocalía de Comunicación y Sensibilización desarrolla una serie de actividades como el programa de radio “A la huerta de la esquina” en Radiopolis, los video-forum, y actualización de la web y las redes sociales tanto de actividades nuestras como de otros colectivos afines.


Todo este trabajo lo realiza un grupo de personas voluntarias que colaboran en su tiempo libre con el único afán de hacer conocer el movimiento a toda persona que esté interesada. En algunas ocasiones, los resultados no son fructíferos pero eso no nos hace perder las esperanzas porque nos vemos rodeados de personas con un valor humano enorme, y porque en el fondo sabemos que es una lucha donde nuestras armas son la salud, la ética, y la responsabilidad, valores que consideramos muy valiosos e importantes.


¿Cómo definiríais un consumo responsable?


En mi opinión, la clave del consumo responsable la da la teoría del decrecimiento con su lema “vivir mejor con menos”. Calcular tu huella ecológica, hídrica y de carbono te sirve para entender que estás consumiendo más de lo que necesitas, mientras le estás robando recursos a alguien que realmente los necesita.


Sigue el movimiento slow, compra cerca de tu vivienda para poder desplazarte a pie o en bicicleta, lleva tus propias bolsas de tela porque, por ejemplo, en La ortiga solo tenemos pequeñas bolsitas biodegradables (de cierto coste) para organizar tu compra pero no para transportarla. Por supuesto, compra productos ecológicos para no contribuir al deterioro del medioambiente y por tu propia salud, y realmente compra solo los que necesites para no contribuir a la generación de basura. Repara o recicla todo lo que puedas, por ejemplo, en La ortiga, algunos productos de limpieza son de envase retornable, y en los que no lo son encontrarás el símbolo de reciclable, por lo tanto, no olvides tirarlos en los contenedores adecuados.


¿De qué forma desarrolla La Ortiga una economía alternativa y solidaria?


Efectivamente, La Ortiga es un proyecto de economía altermundista, que engloba algunos de los conceptos que ya hemos mencionado, asamblearismo, producción local y familiar, comercio justo, consumo responsable, etc., combinándolos y apostando por las otras alternativas éticas como la banca ética (FIARE, Triodos Bank, etc.) que ya estamos usando, energías renovables (Som Energía), bancos de tiempo y monedas sociales (PUMA, JARA, etc) que estamos en proceso de usar.


El objetivo es estar fuera del circuito convencional y supermercadista, donde grandes superficies y grandes distribuidores se adueñan de las producciones y chantajean a los productores. El supermercadismo trae consigo la destrucción del campesinado, puesto que los productos vienen de fuera y de países con malas condiciones laborales, generan menos empleo y de mala calidad, y venden productos de peor calidad. Visto así, está claro que el consumidor debe usar su “voto económico“  para hacer su comprar siguiendo los principios de la economía altermundista.


Las personas que formamos nuestra cooperativa no lo hacemos únicamente pensando en cuidar nuestra salud, porque no somos una tienda, es un proyecto que demuestra la idea de que otro mundo es posible, tanto en relaciones económicas, ambientales y humanas.


¿Qué acogida tienen los productos ecológicos en Sevilla? ¿Los consume mucha gente?


Si viajas al extranjero, a países como Francia, o las Islas Británicas, te das cuenta que la acogida que reciben este tipo de productos en Sevilla es más bien minoritaria, en comparación con aquellos, que encuentras los productos “organic” casi en cualquier establecimiento.


En relación a la población sevillana está claro que poca gente los consume, no se tiene esa conciencia ética, temen que los engañen, y todo eso arropado por cierto conservadurismo y arrastrados por la moda del “american way of life”, donde se va en coche a un gigantesco almacén donde se carga la cesta de la compra de los productos más baratos, sin importar nada más.


¿Pensáis abrir más tiendas en Sevilla?


No, al menos a corto y medio plazo. No hay que olvidar que la cooperativa es un proyecto altermundista, que tiene las tiendas como medio para alcanzar sus objetivos, pero impulsamos todas las iniciativas éticas que puedan surgir, y para nosotros cumplir nuestro sueño sería ver que todos los barrios de Sevilla tienen tiendas como La Ortiga, ecológicas, de comercio justo, de consumo responsable, etc., y que la población responde bien a estas iniciativas haciendo sus compras en ellas.

miércoles, 25 de julio de 2012

Las locas maneras de ver el mundo... al revés.

En el mundo al revés…

Todo se compra, todo se vende.

Yo contribuyo, tú contribuyes, él contribuye, nosotros contribuimos, vosotros contribuís, ellos contribuyen a esta esclavitud moderna.

La economía global es sinónimo de cómo unos pocos bolsillos ambiciosos ahogan a un mundo que, lejos de luchar contra ellos, anhela convertirse en sus iguales.

Los mercados son infinitamente más importantes que tú, parado de mierda.

No hay países ni naciones, es el sistema económico internacional el que maneja la vida del planeta.

El desarrollo sostenible no es posible en un sistema capitalista e hiperconsumista.

Multiplicamos el consumo de muchos y el hambre de unos pocos.

La solidaridad y la justicia social siempre son prescindibles.

La política es sinónimo de corrupción.

Son los bancos y las grandes multinacionales los que gobiernan un país.

La venta de armas no cesa ni mengua, sino todo lo contrario.

Nadie muerde la mano que le da de comer alimentando su hambre a base de miedo y cerrando su boca con falsas comodidades.

La libertad de pensamiento se erige como la única libertad posible.

El mejor instrumento de lucha: el consumo responsable.

lunes, 16 de julio de 2012

Otras formas de medir la riqueza

Cada vez que se habla de la situación de un país se alude a su nivel de riqueza, es decir, a su Producto Interior Bruto (PIB). Es más, la Real Academia Española define la felicidad en su primera acepción como estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien. Sin embargo, la posesión de bienes no es sinónimo de felicidad. Evidentemente, para vivir se necesita dinero y poseer ciertos bienes, pero una elevada cantidad de dinero no implica una felicidad mayor. Por ello, hoy queremos compartir diversos índices que no tienen en cuenta únicamente el crecimiento económico o la posesión de bienes para medir el desarrollo de un país.

El Índice del Planeta Feliz (IPF), desarrollado por New Economics Foundation (NEF) en julio de 2006, contempla la expectativa de vida, la percepción de la felicidad y la huella ecológica (aquí puedes medir la tuya). Fue desarrollado como un indicador alternativo al Productor Interior Bruto (PIB) y al Índice de Desarrollo Humano (IDH), que mide la esperanza de vida, la tasa de alfabetización y el PIB. El IPF compara la percepción subjetiva del bienestar con la esperanza de vida y con el consumo de los recursos naturales en 143 países. Al contrario de lo esperado si se relaciona la felicidad de un país con la riqueza de sus habitantes en términos económicos, los primeros países del ranking no son países occidentales, sino iberoamericanos y asiáticos. Así, el primer puesto lo ocupa Costa Rica, el segundo Vietnam y el tercero Colombia. 





Existen más indicadores alternativos a aquellos en los que prevalece la riqueza y el crecimiento económico. Este es el caso de la Felicidad Nacional Bruta (FNB) o Felicidad Interna Bruta (FIB), que mide la felicidad en función de cuatro parámetros: el desarrollo socioeconómico sostenible e igualitario, la promoción de valores culturales, la protección del medio ambiente y el establecimiento de un buen gobierno. Este indicador fue propuesto en 1972 por Jigme Singye Wangchuck, rey de Bután, en  el Himalaya.





Otros indicadores destacados son el Índice de Progreso Real (IPR) o Índice de Progreso Genuino (IPG) y el Índice de Bienestar Económico Sostenible (IBES). El primero se aplica desde 1950 y mide el bienestar económico y el progreso social de un país teniendo en cuenta actividades no remuneradas como el voluntariado o el cuidado de familiares, así como las desigualdades económicas y el desarrollo sostenible. El IPR está relacionado con el IBES, que contempla el consumo privado, el gasto público y el consumo de recursos. 

Todos estos indicadores pueden servirnos para complementar los datos obtenidos con el PIB y no medir la riqueza de un país únicamente en términos económicos. 

domingo, 1 de julio de 2012

La involución de las especies

La sociedad va evolucionando o, al menos, eso parece, pero ese infructuoso avance trae de la mano un gran retroceso humano.

El Estado del Bienestar crece, cada vez tenemos más comodidades de dudosa necesidad pero, ¿a qué precio? La humanidad y el sentimiento de solidaridad están retrocediendo o, en todo caso, no van a la par que el progreso tecnológico y productivo.  

Por ello, puede que esta evolución material que sacude nuestros días y que nos facilita tareas que antes eran imposibles o que costaban más trabajo llevar a cabo conlleve un cierto retroceso. Para fabricar  la gran cantidad de aparatos que utilizamos día a día para “vivir”, es necesaria una incesante adquisición de recursos naturales que suelen encontrarse en países empobrecidos. Todo lo que nos rodea, como el teléfono móvil, el ordenador, la televisión o el coche está compuesto por materiales que, en muchas ocasiones, han sido extraídos bajo condiciones de explotación laboral y vulneración de derechos humanos. ¿Quién no ha oído hablar en alguna ocasión del coltán como componente de teléfonos móviles y de la mafiaque esconde su extracción?

Grandes multinacionales se apropian de los recursos naturales de estos países para que los ciudadanos occidentales podamos disfrutar de toda clase de aparatos tecnológicos cuyas piezas han dado la vuelta al mundo. Todo ello, además, conlleva una creciente acumulación de basura que, como no podría ser de otra manera, es acumulada en lo países empobrecidos.

Por tanto, cabe poner en duda la humanidad del ser humano. A la par que la sociedad evoluciona gracias a las nuevas tecnologías, parece como si la esencia fuera suplantada por paraísos artificiales. Lo peor es que todos somos conscientes de ello, pero seguimos con nuestra vida sin dilaciones.

Esta brecha tecnológica no hace sino aumentar las distancias entre el desarrollo de los países del Norte y el de los países del Sur, pero lastra el desarrollo humano de los países enriquecidos.

Es cierto que la desigualdad siempre ha existido, así como la pobreza. Sin embargo, el supuesto e incesante avance que nos acontece debería aplicarse en la reducción de las desigualdades y no en el aumento de las mismas. El progreso tecnológico debería avanzar detrás del progreso humano, y no en función de la comodidad de una parte de la población mundial y del interés económico de otra parte aún más reducida. Por tanto, esa capacidad humana cada vez más desarrollada para avanzar en lo que a innovaciones tecnológicas se refiere debería emplearse en hacer del mundo un lugar más justo.

Esta involución de la especie humana es reforzada desde el sistema de economía de mercado, donde la industria financiera y las grandes multinacionales marcan el ritmo, y es alimentada por el egocentrismo y el materialismo inducidos a través de la publicidad y de los medios de comunicación en su incesante intento por perpetuar un consumismo sin frenos y sin conciencia. 

martes, 12 de junio de 2012

El miedo como arma de destrucción masiva

Conciencias a precio de saldo, temores infundados… Como escribía Galeano, el miedo convierte la injusticia en fatalidad del destino. Y en eso estamos. Es ese miedo creado por los amos del mundo el que mueve nuestros pasos. El miedo a no encontrar empleo, el miedo a no poder seguir el ritmo de vida de este falso e hipócrita “Estado del Bienestar”, el miedo a no tener para consumir y comprar todas y cada una de las superficiales excentricidades que creemos necesitar, el miedo a que lleguen los indeseables inmigrantes y nos quiten el trabajo y el dinero. Ese mismo miedo hace que el fin justifique los medios, una consigna muy bien aprendida por los señores del imperio capitalista, que alimentan nuestro miedo para cometer crímenes impunemente en aras de sus intereses, de sus bolsillos y de su poder.

Esta estrategia de control masivo ha existido en todas las sociedades desde el origen del hombre. No obstante, ahora asistimos al clímax del espectáculo del todo vale. Ese clímax se desencadenó, fundamentalmente, hace case 11 años, el 11 de septiembre de 2011, con el “atentado” terrorista a las Torres Gemelas. He aquí otro curioso concepto: terrorista. Y yo me pregunto, ¿qué es el terrorismo? ¿Quiénes son los terroristas? Se podría decir que lo que conocemos como terrorismo no es más que una consecuencia de nuestra conducta capitalista. Mientras que en muchas ocasiones calificamos de terroristas a los que impiden el avance del sistema de economía de mercado, los gobiernos, marionetas del poder financiero y mercantil, siguen las líneas marcadas por sus titiriteros e invaden países y fabrican guerras para aumentar su poder. Y lo hacen con nuestro consentimiento.

La egoísta sociedad actual es fácilmente manejable por unos pocos desalmados y por unos medios de comunicación mercantiles y manipulados. Todo ello, junto que la mejor arma de manipulación masiva – el miedo – nos convierte en dóciles borregos que, aún siendo conscientes de ello, siguen permitiendo y perpetuando los crímenes del poder financiero, el verdadero terrorismo. 

jueves, 7 de junio de 2012

El contrato que firmas cada día

En el post de hoy recomendamos El Contrato,  un vídeo para despertarnos y levantarnos contra los que, cada día, oprimen más y más a este mundo cansado.





… El sistema instituido en nuestro mundo ‘libre’ reposa sobre una especie de contrato aprobado por cada uno de nosotros… Lo firmáis cada mañana al, simplemente, no hacer nada.

1.  Acepto la competición como base de nuestro sistema, aunque sea consciente de que engendra frustración y cólera para la inmensa mayoría de los perdedores.
2. Acepto que me humillen o me exploten, a condición de que se me permita humillar y explotar al que ocupa un lugar inferior en la pirámide social.
3. Acepto la exclusión de los inadaptados y de los débiles porque considero que la carga que puede asumir la sociedad tiene sus límites.
4. Acepto remunerar a los bancos para que inviertan mi sueldo y mis ahorros a su conveniencia y que no me den ningún dividendo de sus gigantescas ganancias (que servirán para desvalijar países pobres, hecho que acepto implícitamente). Acepto también que me descuenten una fuerte comisión por prestarme dinero, que no es otro que el de otros clientes.
5. Acepto que congelemos o tiremos toneladas de comida para que la bolsa no se derrumbe, en vez de ofrecérsela a los necesitados y permitir a centenares de miles de personas no morir de hambre cada año.  
6. Acepto que sea ilegal poner fin a tu vida rápidamente, para compensarlo tolero que se haga legalmente, inhalando o ingiriendo sustancias tóxicas autorizadas por los gobiernos.
7. Acepto que, en nombre de la paz, el primer gasto de los Estados sea el de defensa. Acepto pues que los conflictos sean creados artificialmente para deshacer el ‘stock’ de armas y alimentar así la economía mundial.
8. Acepto la hegemonía del petróleo en nuestra economía aunque sea una energía muy costosa y contaminante, estoy de acuerdo en impedir todo intento de sustitución si se desvelara que hemos descubierto un medio gratuito e ilimitado de producir energía, lo cual sería nuestra perdición.
9. Acepto que se condene el asesinato de otro humano, salvo que los Gobiernos decreten que es un enemigo y me animen a matarlo.
10. Acepto que se divida la opinión pública creando partidos de derecha y de izquierda que se dedican a pelearse entre ellos haciéndome creer que el sistema avanza. Además, acepto todas las divisiones posibles con tal de que me permitan dirigir mi cólera hacia los enemigos designados cuando se agiten sus retratos ante mis ojos.
11. Acepto que la felicidad se reduce a la comodidad, al amor, al sexo y a la libertad para satisfacer todos los deseos, porque es lo que me repite la publicidad cada día. Cuando más infeliz sea, más consumiré, cumpliré mi papel contribuyendo al buen funcionamiento de nuestra Economía de Mercado.
12. Acepto que el valor de una persona se mida según su cuenta bancaria, que se aprecie su utilidad en función de su productividad y no de sus cualidades innatas y que sea excluido del sistema si ya no es suficientemente productivo.
13. Acepto que se recompense muy generosamente a jugadores de fútbol, al resto de deportistas de la llamada élite y a los actores de cine y mucho menos a profesores y médicos encargados de la educación y de la salud de las futuras generaciones.
14. Acepto que se destierre de la sociedad a las personas mayores cuya experiencia puede sernos útil pues, como somos la civilización más avanzada del planeta y, sin duda, del universo, sabemos que la experiencia no se comparte ni se transmite.
15. Acepto que se me presenten noticias negativas y aterradoras del mundo todos los días, para que se aprecie hasta qué punto nuestra situación es ‘normal’ y cuánta suerte tengo de vivir en Occidente, sé que mantener el miedo en mi espíritu solo puede ser beneficioso para mí a pesar de perder mi libertad.
16. Acepto que los empresarios, banqueros, militares y políticos celebren reuniones regularmente, algunas en el seno de sociedades secretas y no conocidas, para tomar, sin consultarnos, decisiones que comprometen el porvenir de la vida y del planeta, queridos amigos, poco importan las creencias y las ideas políticas.
17. Acepto consumir carne bovina tratada con hormonas sin que se me avise explícitamente. Acepto que el cultivo de OGM (Organismos Manipulados Genéticamente) se propague por todo el mundo, permitiendo así a las multinacionales patentar seres vivos amasando enormes ganancias y tener bajo su yugo a la agricultura mundial.
18. Acepto que los bancos internaciones presten dinero a los países que quieran armarse y combatir y que así elijan  los países que harán la guerra y los que no. Soy consciente de que es mejor financiar a los dos bandos para estar seguros de ganar dinero, y prolongar los conflictos el mayor tiempo posible para poder arrebatar completamente sus recursos si no pueden reembolsar sus préstamos.
19. Acepto que las multinacionales se abstengan de aplicar los progresos sociales de Occidente en los países desfavorecidos, considerando que ya es una suerte para ellos que los hagan trabajar. Prefiero que se utilicen las leyes vigentes en esos países, que permiten hacer trabajar a niños en condiciones humanas y precarias. En nombre de los derechos humanos y del ciudadano, no tenemos derecho a la injerencia en esta materia.
20. Acepto que los políticos puedan ser de honestidad dudosa y, tal vez, incluso corruptos, además, creo que es normal en vista de la presión a la que están sometidos los pobrecitos. Para la mayoría, en cambio, conviene la tolerancia cero.
21. Acepto que los laboratorios farmacéuticos e industrias agroalimentarias vendan en los países desfavorecidos productos caducados o utilicen sustancias cancerígenas prohibidas en Occidente.
22. Acepto que el resto del planeta, es decir, 4.000 millones de individuos, puedan pensar de otro modo a condición de que no vengan a expresar sus creencias en nuestra casa y, aún menos, a intentar explicar nuestra historia con sus nociones filosóficas primitivas.
23. Acepto que existen solo dos posibilidades en la naturaleza. A saber: cazar o ser cazado y, si estamos dotados de conciencia y lenguaje, ciertamente no es para escapar de esa dualidad, sino para justificar por qué actuamos de ese modo.
24. Acepto considerar nuestro pasado como una sucesión ininterrumpida de conflictos, de conspiraciones políticas y voluntades hegemónicas, pero sé que hoy todo eso ya no existe porque estamos en el sumun de nuestra evolución, y que las reglas que rigen nuestro mundo son la búsqueda de la felicidad y de la libertad para todos los pueblos del mundo como oímos sin cesar en los discursos de la clase política.
25. Acepto sin discutir y considero como verdad todas las teorías propuestas para explicar los misterios de nuestros orígenes, y acepto que la naturaleza haya dedicado millones de años a crear un ser humano cuyo único pasatiempo es la destrucción de su propia especie en unos instantes.
26. Acepto la búsqueda de beneficio como fin supremo de la humanidad y la acumulación de riqueza como realización de nuestra existencia y nuestra vida.
27. Acepto la destrucción de los bosques, la casi desaparición de los peces de nuestros ríos y océanos, acepto el aumento de la contaminación industrial y la dispersión por diferentes métodos de venenos químicos y de elementos radioactivos en la naturaleza, acepto la utilización de toda clase de aditivos químicos en mi alimentación porque estoy convencido de que si se añaden es porque son útiles e inocuos.
28. Acepto la guerra económica que castiga brutalmente al planeta aunque sienta que nos conduce a una catástrofe sin precedentes.
29. Acepto esta situación y admito que no puedo hacer nada para cambiarla o mejorarla.
30. Acepto ser tratado como ganado porque, definitivamente, pienso que no valgo para más.
31. Acepto no plantear ninguna cuestión, cerrar los ojos a todo esto y no formular ninguna oposición verdadera porque estoy demasiado ocupado con mi vida y mis preocupaciones. Acepto, incluso, defender a muerte este contrato si así me lo piden mis gobernantes.
32. Acepto, pues, con toda mi alma y conciencia y definitivamente esta triste matriz, que ponen delante de mis ojos para evitar que vea la auténtica realidad de las cosas. Sé que todos ustedes, las élites dirigentes, actúan por mi bien y por el de todos y, por ello, les doy las gracias.